Esta semana el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, presentó los indicadores de desempleo del mes de mayo de 2020 en Colombia. El panorama no puede ser más sombrío.
En poco más de dos meses de cuarentena (finales de marzo, abril y mayo), producto de la pandemia de la Covid 19, el país pasó del 12 % al 21, 4 % y en las principales ciudades del 24, 5 %. Sólo entre abril y mayo el desempleo creció más de 10 puntos porcentuales y en comparación con el mismo mes del año anterior el aumento en el número de desempleados fue de 2, 1 millones. El aumento más rápido del que se tenga conocimiento desde que se hacen las mediciones.
A los indicadores anteriores hay que sumarle que la metodología que usa el DANE para realizar sus encuestas sólo incluye a las personas que están buscando empleo. Eso significa que miles de personas que durante el mes de mayo no estaban buscando empleo por motivos de la cuarentena no fueron consideradas como desempleadas, lo que demuestra que el número puede ser muy superior al presentado por el DANE, lo que confirma un escenario de crisis económica sin precedentes.
Por lo anterior, el dilema entre salvar vidas o salvar la economía es falso. Si no se realiza una apertura responsable de todos los sectores económicos la recesión venidera puede traer consigo un caos y una descomposición social de tal magnitud que uno de los derechos que se verá más amenazado será el derecho a la vida, ya sea por la escasez de recursos para acceder a los alimentos necesarios o por el aumento de la inseguridad y los delitos de alto impacto.
En ese orden de ideas, los gobiernos están llamados a promover el autocuidado, la implementación de las medidas de bioseguridad, garantizar las libertades individuales y los demás derechos fundamentales de los ciudadanos.
Alejandro Montoya Sierra
Director Ejecutivo Christian Concern Colombia
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